Durante el embarazo y el periodo perinatal se producen una serie de adaptaciones en la mujer que afectan al estado de salud tanto de la madre como del hijo. Algunas de estas comorbilidades son el dolor de espalda y cuello por los cambios posturales y el aumento de peso, la debilidad del suelo pélvico con las consiguientes pérdidas de orina, una excesiva diástasis abdominal, aumento de tensión arterial, diabetes gestacional…
Teniendo en cuenta todos estos cambios y las posibles comorbilidades asociadas al embarazo, el ejercicio físico debe ser tenido en cuenta como una herramienta de prevención y tratamiento tanto antes como durante el periodo gestacional. En un estudio realizado por un grupo de investigación español (1) evaluaron en 510 mujeres el efecto de un plan ejercicio físico realizado durante el embarazo en el riesgo de diabetes gestacional así como de las comorbilidades asociadas a la madre y al hijo (ganancia de peso de la madre, peso del feto, riesgo de macrosomía y probabilidad de parto por cesárea).
Las mujeres con diabetes gestacional están en mayor riesgo de sufrir diabetes tipo II tras el parto además de una ganancia excesiva de peso. Por otro lado, el parto de estas mujeres tiene una mayor probabilidad de ser por cesárea, y su hijo tendrá un riesgo incrementado de nacer con macrosomía además de mayor tendencia a sufrir obesidad y diabetes.
En este estudio la realización de ejercicio físico durante el embarazo supuso beneficios tanto para la madre como para el feto, disminuyendo el riesgo de que el feto sufriese macrosomía (peso > 4 kg) y el número de partos por cesárea. Además, las mujeres que realizaron ejercicio aumentaron su peso corporal significativamente menos que el grupo control y obtuvieron mejores valores en los test de tolerancia a la glucosa y disminuyeron su riesgo de diabetes gestacional.
Por otro lado, en otro interesante estudio en el que se analizaron 77.246 mujeres (2) se evaluó el efecto del índice de masa corporal (IMC) y el nivel de actividad física de las mujeres antes del embarazo sobre la mortalidad perinatal. En este estudio se encontró que las mujeres obesas tuvieron de dos a tres veces mayor riesgo de sufrir una pérdida perinatal en comparación con mujeres con normopeso (IMC<30).
Por lo tanto, como vemos en los resultados encontrados en los estudios mencionados, mantener unos niveles de actividad física y un peso corporal adecuados tanto antes como durante el embarazo será fundamental para el correcto desarrollo del feto y la prevención de comorbilidades asociadas tanto para la madre (ganancia de peso, diabetes tipo II, debilidad muscular) como para el hijo (macrosomía, obesidad, diabetes) así como el riesgo de parto por cesárea.
Es necesario que los profesionales de la salud sean conscientes de los grandes beneficios que aporta realizar ejercicio físico durante este periodo pero debemos ser conscientes de la necesidad de planificar de forma individualizada el programa de entrenamiento, teniendo en cuenta factores como los niveles de actividad física de la madre previos al embarazo.
Pedro L. Valenzuela. Investigador doctorando en la Unidad de Fisiología de la Universidad de Alcalá